ICONISMO
El iconismo es un sistema de representación tanto lingüístico como visual. Se habla de iconismo al tratar la representación de la realidad a través de las imágenes. Entendemos por «realidad» la «realidad visual», considerada en sus elementos más fácilmente apreciables: los colores, las formas, las texturas, etc. Cuando hablamos de la imagen, lo que varía con respecto a otros modelos de representación (acústica, sensoria, lingüística, etc) no es la relación que puede guardar la imagen con su referente, sino la manera singular que tiene la imagen de sustituir, interpretar, traducir esa realidad. Dentro del iconismo encontramos imágenes que cumplen la función de signo. El debate en este campo se centra, por una parte, en el carácter natural o artificial que tienen estos signos (iconos) y, por otra parte, en las propiedades que tiene que tener un icono para representar a su objeto. La percepción de un icono (imagen) y su asociación a una realidad o significado es posible mediante un proceso de reconocimiento que lleva a cabo el receptor del signo. Varias son las teorías que intentan explicar el lenguaje icónico.
Estructura del signo icónico, tratado del signo visual.
El tratado del signo visual corresponde al grupo denominado μ (mi). Esta modelización del signo icónico permite relativizar la distancia que hay entre el signo icónico y su objeto, poniendo entre paréntesis la cuestión de la semejanza o mímesis. El referente no es un objeto del mundo sino la actualización de un tipo, siendo este último una representación mental estabilizada que, confrontada con el producto de la percepción o significante, está en la base del proceso cognitivo. La percepción de un objeto produce una imagen mental, la que mediante un proceso de transformación asumirá una forma icónica con líneas, colores o formas. La percepción de un icono, por tanto, permite, mediante un proceso de reconocimiento, asociar esa imagen a un tipo o imagen mental. Esta formulación posibilita relativizar la antigua noción de iconicidad o de semejanza y la de reconocimiento. Establecen por tanto una relación triádica entre el significante icónico,el referente y el tipo, que serían los constituyentes del icono como signo.
El tratado del signo visual corresponde al grupo denominado μ (mi). Esta modelización del signo icónico permite relativizar la distancia que hay entre el signo icónico y su objeto, poniendo entre paréntesis la cuestión de la semejanza o mímesis. El referente no es un objeto del mundo sino la actualización de un tipo, siendo este último una representación mental estabilizada que, confrontada con el producto de la percepción o significante, está en la base del proceso cognitivo. La percepción de un objeto produce una imagen mental, la que mediante un proceso de transformación asumirá una forma icónica con líneas, colores o formas. La percepción de un icono, por tanto, permite, mediante un proceso de reconocimiento, asociar esa imagen a un tipo o imagen mental. Esta formulación posibilita relativizar la antigua noción de iconicidad o de semejanza y la de reconocimiento. Establecen por tanto una relación triádica entre el significante icónico,el referente y el tipo, que serían los constituyentes del icono como signo.
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